Las artistas urbanas lograron transformar un género dominado por hombres, cambiando la narrativa, redefiniendo la industria y alcanzando un éxito sin precedentes.
En sus inicios, la música urbana, particularmente el reggaeton, era un terreno mayoritariamente masculino. Las letras a menudo cosificaban a la mujer, reduciéndola a un objeto de deseo listo para usarse.
En este contexto, un puñado de mujeres no solo se atrevió a entrar, sino que comenzó a forjar un camino que, con el tiempo, transformaría el género y abriría camino a figuras globales como Shakira y Karol G.
Las primeras voces: Abriendo caminos en un mundo de hombres
En un género en el que la voz masculina dominaba, la aparición de las mujeres fue un acto de audacia y resistencia. Las reggaetoneras impulsaron sus carreras con canciones en las que la mujer ya no era vista como un objeto para generar placer a otros, sino que se posicionaron como sujetas de su propio placer y deseo, rompiendo así muchas de las reglas masculinas impuestas por la industria.
Estas mujeres iniciaron sus carreras alrededor de los años 2000, un momento en el que el reggaeton aún no gozaba de popularidad masiva. Entre estas pioneras, dos nombres son indispensables para entender la evolución del rol femenino en la música urbana:
Ivy Queen: Conocida como «La Caballota», Martha Ivelisse Pesante se erigió como una figura inquebrantable desde Puerto Rico. Rapeaba con una autoridad innegable temas de empoderamiento femenino, desamor desde la fortaleza y la celebración de la mujer. Su voz potente y su carisma rompieron moldes, demostrando que una mujer podía dominar las listas de éxitos sin cosificarse. Ella no pidió permiso, simplemente lo tomó.

Lisa M: Otra figura que abrió puertas en el hip-hop latino y el rap en español mucho antes de que el reggaeton alcanzara su apogeo. La puertorriqueña demostró la capacidad de las mujeres para sobresalir en un terreno dominado por hombres, preparando el camino para las futuras generaciones de artistas urbanas.
Estas artistas enfrentaron numerosos obstáculos. Sin embargo, su persistencia y la autenticidad de su mensaje sentaron las bases para el cambio que veríamos en las décadas siguientes.
La transición y la consolidación: Del perreo al poder propio
Poco a poco, la industria y el público fueron testigos de una transformación en la narrativa y la representación de la mujer. Ya no se trataba solo de entrar al juego, sino de redefinir sus reglas desde adentro.
Esta etapa estuvo marcada por una evolución de las letras y temáticas. Las artistas empezaron a expresar su sexualidad de una manera más abierta y empoderada, pasando de ser objetos a sujetos de la narrativa. Se atrevieron a hablar de independencia, autonomía emocional y económica, de superar el desamor con fortaleza y de la libertad de decisión sobre sus propios cuerpos y vidas.
Natti Natasha es un claro ejemplo de cómo se pasó de la marginalidad a la consolidación. Con una carrera que despegó a mediados de los 2010, Natti interpreta letras que celebran la sexualidad femenina sin tapujos y la independencia. Canciones como «Criminal» (con Ozuna) desafiaron tabúes y demostraron que las letras explícitas también podían ser usadas desde una perspectiva femenina.

Desde California, Becky G hizo lo propio, convirtiéndose en una voz clave para la mujer latina joven. Sus letras, como en «Mayores» o «Sin Pijama», desafiaron las expectativas y roles de género, afirmando la autonomía femenina sobre la elección de pareja y la expresión de la sexualidad.
A medida que la música urbana crecía exponencialmente, las artistas femeninas supieron aprovechar nuevas plataformas. La irrupción de las redes sociales les ofreció un canal directo para conectar con sus fans, construir una imagen propia y contrarrestar narrativas preestablecidas. Las colaboraciones entre ellas y con artistas masculinos consolidados también fueron clave, permitiéndoles ganar visibilidad. Empezaron a diseñar videoclips que reflejaban su visión y a exigir control creativo sobre su arte y su marca personal.
Aquí es relevante hablar del perreo. Un baile inicialmente asociado a la cosificación, en las voces de estas artistas se convirtió en una expresión de libertad, autoafirmación y empoderamiento corporal. Una forma de reclamar el espacio en la pista de baile y celebrar la sensualidad desde su propia perspectiva.
La evolución de las mujeres en la música urbana se consolidó con la emergencia de figuras que no solo dominan el género, sino que lo han elevado a escenarios globales, redefiniendo el significado del éxito y el empoderamiento femenino a una escala masiva.
Shakira: La primera embajadora urbana global
Aunque su trayectoria la precede con éxitos mundiales en pop y rock, la incursión de Shakira en la música urbana marcó un hito sin precedentes. No fue solo una adaptación, sino una reinversión estratégica que la catapultó a nuevas alturas en una etapa más madura de su carrera. Ella demostró una capacidad camaleónica para integrar los sonidos urbanos en su propuesta, manteniendo su autenticidad lírica y su control creativo.

Sus colaboraciones con artistas urbanos y, más recientemente, el impacto global de temas como «Bzrp Music Sessions, Vol. 53» y «TQG» (con Karol G), la establecieron como la primera figura verdaderamente global del género urbano. En estas canciones, Shakira borda el desamor desde una posición de fortaleza y superación, validando la voz femenina que se niega a ser víctima. Su presencia global no solo ha impulsado el género, sino que ha afianzado el poder de la voz femenina en él, inspirando a millones a encontrar su propia fuerza.
Karol G: El icono de la nueva generación
Desde sus inicios como una de las pocas mujeres en un género dominado por hombres, Karol G ha sabido construir una carrera sólida, basada en letras que celebran la autoestima, la libertad sexual femenina, la sororidad y la superación personal. Temas como «Bichota«, «Tusa» (con Nicki Minaj) y los éxitos de su álbum Mañana Será Bonito se han convertido en auténticos himnos. Ella celebra la autonomía de la mujer, su derecho a tomar decisiones sobre su cuerpo y su vida sin juicios, y fomenta la unión entre mujeres. Karol G demuestra que se puede ser auténtica y empoderada y liderar las listas de éxitos mundiales sin ceder a presiones o estereotipos masculinos.

El fenómeno argentino de empoderamiento colectivo
Mientras el empoderamiento femenino resonaba desde Puerto Rico y Colombia, Argentina fue emergiendo como un epicentro vibrante para el talento femenino en la música urbana. Lo que distingue a este fenómeno no es solo la cantidad de artistas, sino la velocidad con la que han conquistado escenarios locales e internacionales, y la marcada sensación de hermandad y colaboración que las une.
Estas artistas han tomado las riendas de sus carreras desde el inicio, escribiendo sus propias letras, dirigiendo sus proyectos y construyendo narrativas que reflejan la realidad y las aspiraciones de las mujeres jóvenes.
- Nicki Nicole: Con una voz distintiva y una habilidad innata para el storytelling, Nicki Nicole ha conquistado audiencias globales con temas que van desde el desamor y la vulnerabilidad hasta la autoafirmación y el éxito personal («Wapo Traketero», «Mamichula»). Su autenticidad y su propuesta artística la han posicionado como una de las referentes del trap argentino.
- Cazzu: Considerada la «Jefa del Trap», aborda sin filtros la sexualidad femenina, la libertad de expresión y la rebelión contra las normas establecidas («Mucha Data», «C14torce»), abriendo camino para voces más disruptivas. Recientemente abrió su paleta sonora, convirtiéndose en una fuerza imparable.
- María Becerra: «La Nena de Argentina» ha demostrado una versatilidad impresionante, moviéndose entre el reggaeton, el pop urbano, el R&B, la bachata y la música retro. Sus letras empoderan a través de la celebración de la independencia, la confianza en sí misma y la capacidad de superar obstáculos («Automático», «Corazón Vacío»).
- Emilia Mernes: Desde sus inicios en el pop, Emilia ha evolucionado hacia un sonido urbano que mezcla sensualidad, confianza y mensajes de empoderamiento. Sus canciones a menudo abordan la libertad de las mujeres para ser y expresarse como deseen, construyendo una imagen de glamour y determinación («Cuatro Veinte», «No Más»).

Un aspecto particularmente distintivo del fenómeno argentino es la notable solidaridad y las frecuentes colaboraciones entre las artistas femeninas. Lejos de la competencia tradicional, estas artistas se apoyan mutuamente, realizan colaboraciones que se convierten en éxitos y, a través de sus interacciones públicas, envían un mensaje claro de sororidad. Esta cohesión no solo ha amplificado su mensaje de empoderamiento, sino que ha fortalecido su posición colectiva en la industria, demostrando que la unión femenina es posible.
Más allá de las fronteras del reggaeton o el trap, el impacto de estas artistas femeninas de la música urbana trasciende géneros. Se han convertido en un modelo a seguir y una fuente de inspiración para cantantes y creadoras en todo el panorama musical. Han demostrado que el talento femenino, la visión propia y la determinación pueden derribar cualquier barrera impuesta por una industria tradicionalmente dominada por hombres, abriendo caminos y elevando el estándar para todas.
El futuro de la música es, indudablemente, femenino, y continúa resonando con el eco de un reinado cada vez más poderoso y diverso.
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