Cuando se habla de sonido y entretenimiento, el nombre de Jorge Urbano viene de inmediato a la mente.

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Jorge es una de las voces más autorizadas en ese campo en México.  Lleva buena parte de su vida conociendo a fondo la tecnología dirigida al mundo de la música y el espectáculo, pero no sólo eso. En 1989, lanzó la revista sound:check, dedicada a la tecnología en la industria del entretenimiento, la cual al día de hoy se sigue editando.

La revista, junto con su relación con la mayoría de los proveedores de equipo del país, lo llevaron a crear la sound:check xpo.

Este evento (cada vez más grande) reúne año con año a toda la industria del entretenimiento y la música. Ahí se dan cita productores de equipos e instrumentos, proveedores de servicios, expertos y consumidores, desde aquellos que desean aprender a hacer música en su casa hasta los principales venues del país. Audio, video, iluminación, backline, escenarios y toda la tecnología que se requiere para mantenerse al día está en sound:check xpo. Además, ofrece demostraciones en vivo, conferencias y master classes con figuras del entretenimiento mundial.

A menudo en este espacio hablamos con artistas, gente de radio, ejecutivos y expertos, pero pocas veces hemos tenido oportunidad de ver esa otra cara de la industria de la música que es la tecnología, algo que está detrás del éxito de los eventos en vivo.

Justamente por eso platicamos con Jorge Urbano, quien nos habla de cómo, sin ser ingeniero, ha dedicado buena parte de su vida a la música desde un lugar menos conocido.

Jorge, ¿cómo entraste al mundo de la música?

A los 15 años hice mi fiesta, aunque de hombre no se acostumbraba tener XV Años. Teníamos una consola horizontal, chaparrita, y ponías con un gancho disco tras disco, iban cayendo uno tras otro, y yo ya tenía experiencia poniendo discos en las fiestas de mis papás.

Mi papá trabajaba en una mueblería. En México los equipos hi-fi y después prosumer –como le llaman a la combinación de equipo profesional y para el consumidor final– entraron por las mueblerías, junto con los órganos Yamaha, porque no había tantas tiendas de instrumentos. Eran un símbolo de estatus y fue una semillita para que los hijos aprendieran música.

Pues bueno, el caso es que mi papá me prestó equipo e hice mi fiesta. A la semana me habla una niña y me pide que todo eso se lo rente. De ahí me empezaron a llamar y voy, llevo mis discos, llevo mi consola, mis bocinas como puedo, en el carro de mi papá, que me apoyó mucho. Eso nos ayudó mucho, nos levantó la economía y definió mi futuro. Acabé la licenciatura en Administración en la UAM y luego hice un posgrado de Mercadotecnia, que es mi pasión, música y mercadotecnia, en el ITAM. 

Si estudiaste en el ITAM, quiere decir que te fue muy bien con tu negocio de luz y sonido, como se llamaban entonces.

La verdad que sí, tuve estrella. No te cuento la cantidad de cassettes que grabé para fiestas, para vacaciones, para amigos, para novias, lo que quieras. A los 18, Héctor Ortiz, el gran intérprete de rock, me llama para hacer una obra de teatro con Julissa, y otras grandes estrellas. Y yo dije “claro que sí”, no sabía mucho, pero creo que la puntualidad y la actitud me ayudaron. Yo llegué puntual, hice lo que me dijeron y fui escalando hasta que estrenamos “José el Soñador” en Televiteatro. Seguí con “Qué Plantón!” con Guillermo Méndez, y con Morris Gilbert y con los Banquells, aunque lo de ingeniero me quedaba muy grande, la verdad, yo nunca estudié ingeniería.

Pero es lo que hacías.

Sí, sí lo hacía. Yo conectaba toditito, hacía mis bocinas, antes no había tanto equipo, fueron tiempos en que te hacías el camino a machetazos. Pero, bueno, luego de 7 años me gradué y vendí el equipo, me cansé, porque en ese tiempo la industria era muy irregular, me ponía muy nervioso porque a veces no llegaba el equipo, la electricidad era todo un tema y yo hacía palenques, teatros, teatros del pueblo, de todo. Aprendí mucho pero era un desastre, eran tiempos de guerra.

Comencé a instalar un poco, pero también vi lo difícil que es instalar. No es lo mismo estar en una fiesta o en un concierto que instalar un aeropuerto o una iglesia o un campus universitario. Todo tiene su complejidad. Lo aprendí y me di cuenta que yo no era eso.

En ese tiempo también compraba y vendía equipo. Entonces empecé a reconocer los mejores y peores proveedores de la industria. En esa época mucha gente se iba a Estados Unidos a comprar equipo. Ahora ya casi no, porque todo está en México con soporte, garantía, refacciones, capacitación y buen precio. Se ha avanzado mucho también con los distribuidores y representantes oficiales en México. Ellos luchan mucho porque no les gane la frontera y que tengas aquí el producto, aquí hay bodega, aquí hay todo, hay capacitación.

Entonces entré a trabajar a una empresa respetable del medio. Me nombraron Gerente de Marca para un sello de micrófonos muy popular. En ese tiempo me di cuenta que en México no había una revista de electrónica dirigida al mercado local, y en 1998 dejé mi trabajo para comenzar sound:check la revista, que ya cumple 26 años con más de 300 números. Solo en la pandemia nos fuimos a digital.

Y Luego vino sound:check xpo…

Yo viajaba a todas las expos, a Nueva York, Las Vegas, Frankfurt, al LDI Live Design International y el NAMM Show en Anaheim…vi todo eso y dije: “qué envidia, qué mal que en México no haya algo así”.

¿Y decidiste hacerla tú mismo?

Sí, en el 2003 nace la exposición en el World Trade Center, con 2,800 m² de exhibición, asistencia de 7 mil personas, que fue inusitado, increíble, no cabíamos de emoción ni los expositores ni nosotros. Este año fueron poco más de 13 mil m² de exhibición, y fueron 25 mil personas registradas, 450 marcas, 215 stands, 12 salas de demostración, 6 salas de capacitación.

Grandes luminarias han venido a hablar, como el  ingeniero de Madonna, el ingeniero de Backstreet Boys, el ingeniero de Michael Jackson, los dos ingenieros de los Beatles, Emerick y Ken Scott, quien hizo el álbum blanco. 

Todavía me preguntan qué toco, no, no toco nada. Y si soy ingeniero, pues no, no, no fui ingeniero, pero es mi mundo, es mi vida y estoy muy agradecido porque me dedico a lo que a lo que amo y me apasiona.

¿Qué cambios fundamentales ha habido en la tecnología para audio desde que comenzaste con la expo?

Todos, todos. El primero es la democratización de la tecnología. Antes tenías que vender el cuerpo, un riñón o tu depa para poder entrar a un estudio, para tener tu equipo, tu computadora, tu interfaz, tu micro, monitores. Ahora no. Bajó de precio, se democratizó. 

El otro cambio es que ya no tienes que ser un ingeniero de la NASA para manejar equipos. Hoy hay muchos ingenieros que no son ingenieros, como hay muchos músicos que no tocan o muchos cantantes que no cantan. Porque la creatividad explotó, porque se plasma fácilmente. Muchos artistas están en su casa y en cualquier momento suben su música a YouTube, a Spotify, te vas con una agregadora, que era algo que no existía.

La inmediatez ganó. Y vino a ganar con marcas que nunca nos imaginamos. Jamás pensamos que una empresa informática como Apple se convirtiera en lo que es. El mundo se les cayó encima a las disqueras. No supieron leer o no entendieron lo que venía. No soy quien para juzgar, nunca estuve de lleno en ese medio, pero nadie la vio venir.

El caso es que ahorita el artista puede hacer todo él solo desde su casa. Hay masterización con un botón aquí en la computadora. Se multiplicaron las opciones, el abanico de opciones es inmenso para todo, lo bueno y lo malo. Me dicen que ahora ya no hay buena música, pero la hay. Antes era difícil destacar por la falta de acceso a la industria y ahora es difícil porque hay demasiada música, demasiadas opciones, es una selva. 

¿Y en el caso de la tecnología para conciertos?

Por ejemplo, ahora puedes hacer un soundcheck virtual que no requiera esfuerzos del artista, y en lugar hacerlo en 2 o 3 horas en las que cansabas al staff y cansabas al artista, ahora no es necesario. Y también te deja abrir las puertas al público sin retraso, lo tienen todo en un USB. También hay sistemas de predicción. Tú planeas la gira y el tour manager, el ingeniero de sistemas, captura el auditorio, ya lo tiene. Conoce el diseño de cada venue, sus características, las escenas de iluminación ya están hechas, todo lo tienes en la pantalla. Todo el trabajo lo puedes hacer o ajustar en la casa, en el hotel, en el tour.

En teatro era: atínale o aprende todo el diálogo para que sepas cuándo sale el bajo, la batería, la guitarra, la voz, cada escena, diálogo, la tramoya, era una locura.

Otro cambio es que la escenografía de “Siempre en Domingo” se fue con sus puentes, arcos, florecitas de plástico: ahora todo es led. Yo vi cuando entró esta tecnología y era carísima. La definición es increíble, increíble. Para exteriores, interiores, para eventos deportivos, políticos, musicales, ves las pecas, el sudor del artista. Hay mucha creatividad y se hacen maravillas. Todo con pantallas. Antes las pantallas eran cuadradas, rectangulares, ahora son redondas y irregulares, se pueden doblar, se pueden hacer circunferencias.

 ¿En tus expos hay equipo para casas o es solo para la industria?

Solo para la industria. Pero en la exposición, si vas con tu hijo, con un chavo que está empezando, ahí está el equipo, con 5 mil pesos te compras una workstation que lleva el software, la interfaz y el micrófono para poder hacer tus grabaciones.

O puedes conseguir el equipo para un gran concierto de Emmanuel, Mijares, Caifanes o Maná, para recintos, venues, salas de conciertos y para todo. 

Ahora, en cuanto a rentabilidad,  lo que nos mantiene son los grupos versátiles y los sonideros. Esa es la punta de la pirámide. De repente pasa que una venta te saca el año casi casi, pero lo que te ha de comer son los versátiles y los que animan las fiestas las noches del viernes y el sábado. Todo lo que ves en bardas de bailes, es lo que nos mantiene. Los de Polimarchs, La Changa, han hecho presentaciones en la expo. Hay de todo, están los grandes ingenieros, el networking es muy bueno, y pues si eso es lo tuyo, estás en el medio ideal.

Pasando a otro tema, ha habido una devaluación en la calidad de sonido para la escucha de música en casa. ¿Sucede lo mismo con la música en vivo?

En el sonido casero soy positivo, ya  están haciendo equipos cada vez con más alta definición para que suenen mejor. Ahora se va a juntar lo mejor de los dos mundos: practicidad y calidad. 

En el caso del sonido en conciertos, cada vez es mejor. Antes los arreglos eran lineales, hacían una piña de bocinas. La última gran gira de U2 era una piña de bocinas. Entre ellas interactúan para mal, se afectan, se cancelan. Ahora son arreglos lineales, verticales, en donde están alineadas las bocinas, las frecuencias, se aumentó el tiro y te llega, te cubre una arena, un teatro, un auditorio cerrado, abierto. De lo que era un concierto de hace 20, 30 años a lo que tienes ahora, nada que ver. Son equipazos con una capacidad bestial de sonido, con una claridad impresionante, con una respuesta increíble, ¡le dan a la tarola y es una explosión!

Me tocó ver a Luis Miguel en el Estadio Azteca. Entra hasta arriba la base rítmica, el mariachi de Luis Miguel con metales arriba. Dije “no se va a escuchar la voz”. Aparte la gente gritando, O sea, la presión sonora de 100 mil personas de Azteca. No, pues Luis Miguel entró con un microfonazo, mega ecualización, mega planificadores que levantan la voz y la voz del señor Luis Miguel. Porque, eso sí, si la música, el artista, el cantante no tienen calidad, no habrá tecnología que les ayude.

Así que, respondiendo a tu pregunta, eso ha sido un todo para arriba, todo para mejor.

Finalmente, ¿qué ves hacia el futuro?

La tendencia está marcada. No sé cuál sea, como dicen los gringos, el próximo big thing, pero todo va a mejor, a mayor calidad. Estamos en un muy buen momento. Ya casi no hay lugares con mal sonido.

Vienen cosas muy, muy padres. Y pues, bueno, ¡arriba la música, arriba el espectáculo para bien de todos!

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