¿Pago justo a compositores? La innovación es la solución: Tracy Maddux
El artículo que a continuación se presenta es la opinión de Tracy Maddux, CEO de CD Baby el cual fue escrito y publicado por vez primera en el portal de Music Business World Wide pero que nos brinda un panorama más amplio sobre las posibles soluciones para los problemas que se vive actualmente sobre el pago justo de regalías a compositores en el medio digital y en el físico.
“Toda una serie de demandas por sumas importantes se han interpuesto contra los proveedores de servicios digitales en Estados Unidos, incluyendo Spotify, TIDAL y Google Play por dejar presuntamente no pagar las regalías a los autores. Hay quien piensa que el asunto es sencillo: si estas compañías han dejado de cumplir su obligación de identificar y compensar adecuadamente las obras con derechos de autor, y ello ha hecho crecer su negocio, merecen las repercusiones legales. A otros les preocupan las consecuencias a largo plazo de estos litigios. Tracy Maddux, CEO de CD Baby se sitúa firmemente entre estos últimos. En el siguiente artículo, nos ofrece sus reflexiones sobre el asunto…
El 99% de los datos existentes han sido generados en los dos últimos años. Por otro lado, más del 99% de la música grabada ha sido creada antes de los dos últimos años.
La música grabada fue fundamentalmente un fenómeno analógico antes de los 90 y la era digital. Las entidades que aparecieron alrededor de la música –para grabar, distribuir y monetizar, incluso para proteger los derechos de autor y administrar regalías– fueron todas creadas como instituciones analógicas, no obligadas a competir, ni siquiera a existir, en un mundo digital hasta hace muy poco.
El grueso de los datos destinados a ayudar a recolectar los ingresos por parte de los propietarios de los derechos musicales no está preparado para el mundo digital. La mayoría de estos metadatos están incompletos. Muchas veces entran en conflicto con otras fuentes de datos y no forman una imagen completa de la grabación que se supone que describen.
Los datos subyacentes asociados a la música que los consumidores disfrutan y que supone el sustento de compositores, sellos, editores y artistas, debe tener datos claros y conectados para asegurar que esos ingresos digitales llegan a la persona correcta.
Si dejamos los sentimientos aparte, positivos y negativos, lo que ocurre en nuestra industria es una disrupción tecnológica y un cambio de modelo de las preferencias del consumidor, en el que alquilar música es tan popular como comprarla. Esto es irreversible y, como partes de la industria, tenemos que elegir cuidadosamente nuestro camino hacia el mundo digital para que la industria prospere.
Si los actores de nuestra industria se envilecen y atacan entre sí, ya sea a través de demandas o amenazas de demandas, nos enredamos en un comportamiento de suma cero: una parte gana, la otra pierde. Esto no es un camino hacia la creación de una industria musical sana. Y no resuelve el problema de los metadatos.
Lo que la industria necesita son más innovadores y menos abogados. No podemos comportarnos como vampiros de la demanda colectiva entrando en acción para demandar a todos y a cualquiera cuyos datos son incompletos. Los ganadores de este tipo de estrategia son los abogados; nadie más se beneficiará a largo plazo. Repito: litigar es una estrategia de suma cero y destruye la riqueza, no crea una industria. Los litigios raramente permiten o fuerzan cambios esenciales.
Tenemos que encontrar una manera de avanzar, pero primero necesitamos reformular el problema de una forma que fije resultados aceptables mutuamente. Algunos actores de la industria e intermediarios entran en el debate (los llamaremos en adelante “destructores de valor”) para decir que los recién llegados al mercado, como Spotify, que operan con metadatos imperfectos, no pretenden respetar los derechos de autor o pagar a los dueños de esos derechos.Estos destructores de valor dicen que “¡son malvados por naturaleza y tienen que pagar por sus acciones!”. Esta visión del mundo es demasiado simplista y peligrosa para la propia industria.
Otros actores de la industria, como los artistas, compositores, y sus sellos y editoriales (los llamaremos “creadores de valor” de aquí en adelante) facilitan la creación de riqueza para sí mismos y de arte para el consumidor al hacer música, distribuirla y monetizar los derechos a través de proveedores de servicios digitales (DSPs). Hay otros intermediarios neutrales en el mercado que sirven a intereses vitales: organizaciones editoriales, consorcios de datos, sociedades de recaudación de regalías de interpretación, SoundExchange, distribuidores. Todos ellos ocupan su lugar en la cadena de valor, posibilitando a los creadores de valor.
Los DSPs que operan con estos datos imperfectos no son malvados por naturaleza y su intención raramente es maligna. De hecho, la nueva tecnología necesita su tiempo para perfeccionarse; los nuevos modelos de negocio necesitan tiempo para hacer dinero. Llamaremos a estos los “creadores de mercado”. Estamos en la cúspide de una guerra sin cuartel en la que los destructores de valor atacan a los creadores de mercado en detrimento de los creadores de valor. Todos perderemos si permitimos que esto suceda.
Empecemos con dos hechos básicos.
Uno: Hay intereses que compiten con la industria musical en torno a los derechos de grabación y composición. Estos intereses compiten por una serie de ingresos adjudicados por los creadores de mercado a través de decretos o negociación directa. Estos intereses competitivos deben ir en la misma dirección para asegurar el funcionamiento de los mercados.
Dos: El factor más crítico a la hora de asegurar que todos los propietarios de derechos de autor reciben su porcentaje correcto de los ingresos es tener metadatos asociados a la canción o la grabación que describan todos esos intereses perfectamente.
Si hay lagunas en los datos, alguien sale perjudicado. Su dinero se queda sin repartir (al menos durante un tiempo) en “cajas negras” o bolsas de dinero destinadas para la reclamación de intereses sin identificar. Pasado un tiempo, el dinero de esta “caja negra” inidentificable se distribuye prorrateado entre los creadores de mayores ingresos. Todas las venerables instituciones de administración, las PROs (Performing Rights Organizations, organizaciones de derechos de interpretación) y SoundExchange, por ejemplo, de vez en cuando envían a quienes más ganan el dinero que no se puede atribuir a nadie.
Esto no pasa con los creadores de mercado, que guardan este dinero hasta que sus intermediarios, como HFA y MRI, pueden identificar al correcto poseedor de los derechos. Estas cantidades de dinero están creciendo, y volviéndose cada vez más atractivas para el ataque de los destructores de valor.
Las demandas contra los creadores de mercado, por daños reales e imaginarios, enriquecerán a los abogados e intermediarios y no harán nada por resolver el problema subyacente de los datos defectuosos. Es un pacto con el diablo para esos compositores marginales que están pensando en una acción similar. Únete y quizás te paguen si ganas la demanda. No te unas, y tus potenciales regalías se diluirán al pagar el acuerdo. En realidad, los abogados de demandas colectivas seguramente encontrarán una manera de cobrar, ganen o pierdan, de los depósitos del dinero de los creadores generados en el mercado.
¿Qué debe hacer un creador? Mi sugerencia es esta: perfecciona tus metadatos.
Si crees que se ha usado tu música y no te han pagado porque tu reclamación sobre los datos asociados a la música no está perfecta, ve y perfecciónala. Es una acción mucho más efectiva y beneficiosa usar a tu grupo profesional, editor, agente, manager, distribuidor, agregador, o incluso tu abogado para localizar y tomar la propiedad de una obra y luego reclamar el dinero, que buscar solución en los juzgados.
La función primordial de todo intermediario es representar tus intereses de manera clara y constructiva en vez de utilizar la tosca fuerza de una demanda que tardará años en resolverse y solamente destruirá el valor de los creadores de mercado y redistribuirá las regalías acumuladas de forma no equitativa.
Imagina una industria musical forjada a base de litigios que merman su vitalidad y su vida económica. Y ahora imagina una industria musical que valora por encima de todo a los creadores. Ahora escoge.”
Fuente: CD Baby
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