La misión es arremeter contra el contrincante a través de rimas improvisadas aplicando la fuerza bruta verbal.
Para desarrollar el arte del freestyle hay varias formas, todas clasificadas en modalidades para las competencias oficiales. La más común es el freestyle libre, cuando dos o más contrincantes se enfrentan con un propósito recreativo o en competencias. El fin es atacar al otro a través de sucesos, remarcando defectos, comparándolo, superándolo técnicamente en rimas.
Las batallas suelen ser por pares, en grupos pequeños de tres o cuatro o inclusive todos contra todos. Estas se realizan sobre una tarima, en la calle, en una pista, a capela o con un dj haciendo la base del beatbox. A un nivel competitivo se cuenta con jurados que determinan al ganador señalando con el brazo, escribiendo su nombre o seleccionándolo a través de tarjetas previamente entregadas. Para el habla se recurre a juegos de palabras, dobles sentidos, altisonancia y figuras literarias como el símil, la metáfora, la hipérbole, el hipérbaton, el calambur.
En América Latina se celebra desde 2005 una serie mundial patrocinada por una marca de bebida energetizante. De ellas han salido victoriosas figuras como Aczino, Invert, Tata, Código y otros provenientes en su mayoría de España, México, Argentina, Chile y Ecuador.
Es así como una noche en la Casa Barrio Tepito se celebra un torneo urbano en el marco de la proyección de un documental titulado Una Jauría Llamada Ernesto. Una serie de veinteañeros oriundos o provenientes de Iztapalapa, Tacubaya y Valle de Chalco participan y se disputan premios como dinero en efectivo y el honor de ser la voz más intensa y de mayor agilidad para improvisar.
Aldo Ugalde, un joven mesero de 26 años, resulta campeón. De entre toda esta testosterona sobresale Zet Méndez, una chica de 20, estudiante de inglés, única mujer que tiene la osadía de competir contra ellos consciente de la fiereza de los insultos. “Esta es una forma de catarsis, subirte es ganar con un argumento más fuerte o si te sugieren una temática puedes meterle groserías o insultos y es válido porque estás hablando sobre él o estás respondiendo a lo que te dijeron”. Respecto a por qué ella decidió asumir el reto, opina lo siguiente: “Porque ellas solo se meten en batallas de mujeres, estar rapeando es más complicado en el factor hombre – mujer”.
“Fabara” es un rapero y productor ecuatoriano de origen y residente en México desde hace unos años. Respecto a cómo la lírica políticamente incorrecta del freestyle puede chocar con la cultura de la cancelación, responde: “Lo que representa el hip hop es la libertad de expresión, como lo fue el blues. No hay que censurarlo y es por eso. Son una minoría los que están levantando la voz”.
Aldo Ugalde, triunfador de esa noche con un premio de 3 mil pesos en efectivo, cuenta su historia de cómo llegó al arte de las rimas: “Llegué hace bastantes años, buscaba esa onda de expresarme para poder mostrar algo especial, un talento. He estado en competencias como Red bull y en la zona regional desde hace 6 años. Luego por la escuela, por mis gastos, tuve que trabajar y busqué algo estable, tiene apenas 6 u 8 meses que regresé”.
Respecto a cómo se avizora en el futuro a un nivel más profesional, expresa así sus deseos: “Una de las partes que a mí me gustaría llevar más allá y profesionalizar es si ponemos reglas de que no haya rimas personales, o si no se tocan temas de salud y así pasa a ser un debate. Ahí tengo un punto, yo no ataco directo al hueso a mis oponentes. En lo personal nunca he tirado una rima personal, creo que lidio con eso. Hay quienes sí y trato de contestar de la forma más inteligente, a lo mejor la presión se baja, la advertencia retrocede y ya se cambia el tema, pero no me gusta decir groserías directas”.
Es así como estos jóvenes, con su ímpetu y habilidad, se abren paso con bríos por delante y demostrando que unas dosis de rap e improvisación también son arte.
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