Este hombre tan talentoso como sencillo, nos habla de su carrera.

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Su nombre es José Manuel Marroquín, pero todos lo conocen como Manolo Marroquín, el compositor de grandes temas del cancionero mexicano y un luchador por los derechos de autor a través de su trabajo en la Sociedad de Autores y Compositores de México.

A lo largo de su extensa carrera –que este 2024 cumple 50 años– ha desempeñado diferentes papeles y ha tenido numerosas experiencias dentro de la industria de la música.

Como compositor tiene grandes éxitos en voces de figuras como Vicente Fernández, Chico Ché, Beatriz Adriana, Verónica Castro y muchos más, incluyendo Los Bukis, con quienes trabajó por años.

Como si fuera poco, es una persona sumamente amable y con una gracia muy especial para platicar (me hizo reír toda la entrevista). Por eso resulta un placer hablar con él de todo esto y de su trabajo.

Manolo, cuéntanos del principio. ¿Cómo se dio tu enamoramiento de la música, cómo comenzaste a componer?

Mi familia es muy musical. Vengo de una familia muy numerosa de Michoacán y todos mis hermanos y hermanas cantaban y chiflaban. Como Pedro Infante, como Lola Beltrán, como Lucha Villa, los cantantes de moda en ese tiempo. Y yo por naturaleza tenía esa inclinación a cantar y silbar y componer y escribir versitos de colegio. Alguna vez leí un libro de Gustavo Adolfo Bécquer de rimas, leyendas y narraciones, que me había ganado en un concursillo de versos en la escuela, y pensé que yo podía escribir cosas tan buenas como las de él (risas). Me quedaban bonitos los versos y por eso gané un par de concursos escolares.

En la escuela la maestra me puso al frente del coro y ahí nació mi pasión. A los 10, 11 años, quise entrar al Coro de los Niños Cantores de Morelia, pero con mi familia nos trasladamos a la Ciudad de México.

Mi otra pasión era estudiar, era buen estudiante, y llegué hasta el quinto semestre de la carrera de Ingeniería de la UNAM, pero me distraía mucho haciendo versos y me regañaban, me llamaban la atención los maestros. Casualmente, un día pasaba por Discos Orfeón y me quedé para saludar al maestro Mario Molina Montes, que era el directivo de la disquera. Ya tenía unas tonadillas escritas, se las llevé en un casete, las escuchó y me dijo: “Aquí hay cosas muy interesantes. Vente a trabajar conmigo y aquí vas a salir con mucho éxito”. 

¿Entraste entonces como compositor a Orfeón?

Sí, ayudándole a Mario Molina Montes en la editora de música. Ahí me vio Chamín Correa y me dijo “tú puedes hacer carrera cantando tus propias canciones”, pero me quería grabar en ranchero, y yo no tenía la pinta de ranchero, no tenía ni barba ni bigotes. Tenía imagen más bien de Javier Bátiz.

¿Y cómo se volvió una profesión la composición?

Manuel medina Montes me dijo: “ya déjate de tarugadas de la escuela y vente a trabajar aquí, a hacer canciones. Este es tu destino. Casi me vi atrapado, pero me fue bien.

¿Recuerdas quién te grabó una canción por primera vez?

Fue Chico Ché y La Crisis. No me llenaba de emoción, porque yo quería otra clase de música, pero fue en 1974, una canción que se llama “Vámonos de juerga”. Una vez que salió esa grabación se empezó a correr el chisme de que yo hacía canciones buenas, Mario Molina me llegó a decir que podía llegar a componer canciones tan buenas como las de Juan Gabriel y me voló. Me dijo “usted va a ser millonario, se va a hacer rico”. Y ahora todavía me quedo pensando: “Diablo de viejo, me mintió, todavía no me hago millonario”.

¿Qué pasó después?

Esa grabación me llevó a otra compañía de discos que se llamaba Cisne Raff, donde hice mi primer Lp, que fue muy exitoso, pero al mismo tiempo me empezó a grabar Juanello, un artista de la época, y tuvimos mucho éxito incluso en Estados Unidos. También me llamaron para hacerle una canción a un joven al que querían cambiarle la imagen de parrandero y fiestero y le compuse una canción que se llama “El Príncipe”. La llevé a RCA Victor y y me agarró el maestro Eduardo Magallanes y me dijo “tú no eres autor de esa canción, ¿o sí?”.  Y le dije “sí, la compuse en un camión aquí en la Ciudad de México, muy temprano en la mañana de camino a la universidad”. Me metí al corredor donde estaban grabando, ahí al fondo, y ahí estaba José José cantando “El Príncipe”. A partir de entonces surgió el mote de “El Príncipe de la Canción”.

Y, bueno, para mí fue una entrada maravillosa, triunfal, digámoslo así.

¿A partir de ahí ya pudiste hacer pop?

Empecé a grabar mis propias canciones. Comencé a tener llamados de aquí y de acá. Me fui a recorrer todo el país. Incluso en McAllen tuve un padrino que se llama Emmanuel, que me dio la primera patada. Con el tiempo compuse canciones para Verónica Castro, entre ellas “Mi Pequeño Ciclón”, dedicada a Christian Castro, que era un niño muy inquieto y se convirtió en un hombre veterano y muy inquieto. Verónica y yo nos volvimos compadres.

Y ya entraste de lleno a tu carrera…

Sí, gané trofeos, reconocimientos, el calendario Azteca de Oro, el Mezcalli de Oro, aunque te confieso que nada es de oro, no me los recibieron en el Monte de Piedad.

¿Seguías cantando y componiendo?

Las dos cosas, pero no me gustaba mucho el trote de andar para arriba y para abajo. Tenía el remordimiento de no haber acabado la universidad. Pero es que al empezar a ganar dinerito y a viajar y tener recompensas, pues si dice uno, “ya para qué”.

Y más tarde comenzaste a trabajar en la oficina de Los Bukis…

Soy familiar de los Solís en Michoacán y un día en California, en los Ángeles, me encontré a Marco Antonio y me dijo “por qué rayos estás hasta acá? Vete a México, tienes mucho porvenir. Pero pues la aventura y la fiesta que nos gustaba estaba allá. Me dijo que hablara con su hermano mayor, Abel Solís, le dicen El Doctor. Y vine. Me dijo “pues ayúdame a coordinar las fechas. Te vas a ir a ver los lugares que tú consideres buenos, buenas plazas para hacer bailes y eventos, y me vas a dar el tip de cuándo hay feria, cuándo hay fiesta”. Y así lo empecé a hacer. Me fui recorriendo el país. Éramos rivales y competidores de los Yonics, de Bronco, de los Temerarios. Y ahí andábamos peleándonos las plazas.

Esa fue la época gloriosa de los gruperos…

Yo comencé, digamos, un año o dos antes. Y cuando salió la canción de “Tu Cárcel”, de Marco Antonio, logró un Disco de Diamante, que nunca se había dado, por más de un millón de copias vendidas. A partir de ahí dejé de cantar por mi cuenta. Ya no quería andar cantando. No me gustaban los compromisos, la obligación de estar en Tijuana y al día siguiente en Mérida, y al día siguiente en Chiapas, y así. Y, bueno, llegó también una etapa en que me casé, tuve que sentar cabeza. Mientras tanto, Los Bukis me grabaron dos canciones y Marco Antonio me grabó dos canciones, entre ellas “Por Amor a Mi Pueblo”, que vendió también cerca de 1 millón también y se convirtió en el último LP de Los Bukis juntos. Ya existían diferencias fuertes, serias.

¿Y se te acabó el trabajo?

​​Yo quería seguir con Marco Antonio por la línea familiar y porque Marco era el talentoso. Sin embargo, él dijo “vamos a esperar un par de años, Manolo, luego nos reagrupamos”. Yo le dije una frase que después se me quedó como una canción, “yo dependo de mi trabajo, no puedo esperar dos años”. Y compuse la canción “Dependo de Mi Trabajo”, se la llevé a los muchachos de Los Bukis, que eran Joel, Roberto, Pepe, Chivo, Pedro, y les canté la canción y me dijeron: “oye, está sensacional, vamos a ponerla como nuestra bandera y te la grabamos nosotros de volada y te vienes a trabajar con nosotros”.

¿Y lo hiciste?

Sí, nos fue muy bien, la presentación fue sensacional en California, en los Ángeles, y luego tuvimos presentaciones muy buenas por acá en las plazas que no quería hacer Marco Antonio cuando estaba en el grupo. Yo conocía todas las plazas, las fechas adecuadas, las ferias. Nos fuimos a meter a todos los rincones y nos fue re bien. El grupo, que ya se llamaba Los Mismos, se levantó fantástico. Tuvimos dos años buenísimos. Pero como casi todos los grupos, terminaron con dificultades, con diferencias.

¿Qué siguió en tu vida?

Para entonces me había encontrado con don Roberto Cantoral padre en una comida en Texas, y me dijo “oye manito, sé que tú trabajas con los gruperos y que te conoces ese medio muy bien. Pues vente a trabajar con nosotros a la Sociedad. Tú que puedes representar ese gremio de gruperos y conoces el teje y maneje, ayúdanos para el cobro y la recaudación del uso de la música y te traes a los Temerarios, a Joan Sebastian, a todos esos.

¿Eso en qué año fue?

Cerca de los dosmiles. Le dije que no podía de momento, pues tenía trabajo y estaba haciendo otras cosas. El sueldo era muy poco para lo que ganaba en los bailes, pero a cambio tenía la estabilidad de estar en México y no moverme más. 

Me fui a la SACM con Don Roberto en 2001. Me nombraron Vocal del Consejo Directivo en 2001 y de ahí para acá tengo ya 23, 24 años prácticamente como parte de la mesa directiva. Por el 2012 o algo así me convirtieron en Secretario del Consejo Directivo. Es el cargo que todavía desempeño. Entonces me dediqué a defender y pelear por los derechos de autor, por los pagos de derecho con restaurantes, hoteles, bares, cantinas, etc. Sigo cantando, pero ya un poco por placer de vez en cuando.

Fuiste testigo y parte del cambio en la SACM.

Había una administración anterior a Don Roberto que se ocupaba muy así, muy en lo corto; muy elitista, digamos, y trabajaban para sí mismos, para su gente, su familia, sus amigos. Con Don Roberto se abrió un abanico enorme. Comenzamos por darle seguro social a todos los autores que generaran un voto al menos. Fuimos creciendo, de cobrar 80 millones al año de regalías y repartirlas entre 10 mil socios, comenzamos a cobrar el doble, el doble, el doble, el doble, el doble, el doble. Y fue creciendo bárbaramente. Las condiciones de los socios se volvieron dignas, decorosas. El compositor que tiene al menos un voto gana 25 mil pesos al año, tiene protección funeraria, gastos médicos, asesoría testamentaria, asesoría jurídica contra plagios y demandas y demás. Hemos crecido de tal forma que ya nos han declarado dos años consecutivos, o tres, como los campeones del mundo en recaudación digital.

¿En qué consiste tu cargo específicamente?

Me encargo de desarrollar y tener el control de dos asambleas por año. Además, de estar al pendiente de las quejas, las denuncias de anomalías o dificultades que existan en cuanto a recaudación. Algunos llegan conmigo y me piden que intervenga en Puebla, en Colima, para hablar con algún representante, un hotelero, una cadena, y convencerlo de por qué tiene que pagar derechos de autor, hacerle ver que la música tiene dueño, que debe pagar derechos.

Finalmente, tienes algún plan, proyecto en mente o en desarrollo?

Sí, un gran evento.Como quise ser niño cantor de Morelia y nunca lo logré, me fui hace un año a llevarles una canción para ver si les gustaba. Sus directivos me cerraban las puertas y no me dejaban pasar, porque dicen que hay que tener una canción muy selecta para que los niños cantores del coro de Morelia la interpreten.

Me tardé medio año, pero lo logré, la aceptaron y ya la están montando. Y lo grandioso viene aquí, le dije: “si me graban mi canción, yo voy a hacer trámites para meterlos a Bellas Artes un día”. “Estás soñando, maestro”. “Sí, sí, estoy soñando, pero tengo la posibilidad, tengo buenas relaciones con la directiva de Bellas Artes, y les plantearé la situación, siempre y cuando me nombren niño cantor de Morella a estas alturas, en forma honoraria”. Nos reímos, nos divertimos y, chacoteando, que vengo a ver a los directivos de Bellas Artes, me dijeron que lo iban a estudiar. Les mostramos lo que los niños han cantado en el mundo. Tiene 75 años de haber nacido ese coro, y yo cumpliendo 50 de carrera y Bellas Artes cumpliendo 90 de haber sido fundado, dijimos “oye, un montón de coincidencias”. Y que me llaman y me dicen que mi petición ha sido aprobada. Los niños cantores van a venir a Bellas Artes el 12 de septiembre. Va a ser un evento histórico para nosotros y mi canción también formará parte del repertorio.

¿Cómo se llama la canción?

“Campos de Oro Verde”. Habla de los campos de aguacate, de maíz, de trigo, que tiene Michoacán, tan hermosos, y que no se centren solo en lo malo que está pasando a veces.

Muy bien Manolo Marroquín, esta ha sido una plática muy disfrutable, con un poco de historia, un poco de actualidad, y con la oportunidad de conocer a un gran compositor y un gran luchador por los derechos de los autores. Gracias.

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