DJ Bitman, promoviendo el talento urbano del Cono Sur

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Prácticamente desde su nacimiento, se ha predecido el declive del género urbano latino. A más de 20 años de su nacimiento, esta música ha extendido sus raíces por el mundo entero, ha florecido en todos los rincones de la América Latina y probablemente ha cambiado el rumbo de la música para siempre.

Hoy hay escenas urbanas en todos los países donde se habla español, y una de las zonas que más artistas está lanzando es el Cono Sur.

José Antonio Bravo, productor chileno de 48 años, ha decidido impulsar justamente el talento de países como Chile y Argentina. Por eso, de la mano de Universal Music, desarrolló durante la pandemia la incubadora y desarrolladora de talentos The Rise.

Hoy este proyecto comienza a ver crecer a su primera generación, con artistas como Lua Lacruz, Melej y Reins, a quienes recientemente vino a promover a México.

Aprovechamos la ocasión para conocer más de este DJ, músico, compositor y productor chileno.

Bitman, ¿cómo te ha ido trabajando en México?

Tengo una alianza con Universal México desde hace tiempo, se trata de este proyecto llamado The Rise donde traigo talentos desde mi país y del Cono Sur en general. Tenemos tres artistas nuevos: Lua Lacruz, Melej y Reins, tratando de posicionarnos poco a poco en este mercado que es mucho más grande que el de Chile. Llegar a México es una meta que se cumple después de unos años de incursión y estos chicos estarán cada vez asentándose más; lo que se busca es que traigan su talento.

¿Cómo ves el cambio generacional, porque ciertas cosas en las que trabajas no eran lo mismo en los noventa, por ejemplo?

Hay un par de factores muy grandes. Primero la pandemia fue un paréntesis que marcó mucho el paso de una generación a otra. Todos estos chicos nacieron como artistas en pandemia; este evento dio el espacio para que muchos artistas se desarrollaran en su casa y crearan su música, pero no tuvieron la posibilidad ni la facilidad de salir a tocar y les costó un par de años. Entonces estamos viviendo eso. Para mí, desde el lado de la producción y management, todo fue muy incubado en laboratorios y con poco roce con la gente. Estamos en esa experiencia de sacarlos a todos lados que podamos. Hay una plataforma llamada Bajosuelo que también es parte del proyecto. Ahí nosotros mismos hacemos un show donde tocan y los promotores los pueden ver y así los chicos tienen más roce en el escenario.

¿Cómo te has estado adoptado a los nuevos ritmos? Porque no es lo mismo el rap o el rock que imperaban en los años 90 que reggaetón de los 2000 o el urbano de hoy.

La verdad es que para mí no ha sido tan traumático dado que siempre he ido avanzando con lo que está pasando. Nunca me he quedé haciendo lo que hice. No ha sido difícil para mí acomodarme a lo que la música hace, sentirla, transmitirla. Eso sí, hoy me importa más armar un equipo de producción que tenga varios elementos jóvenes como beatmakers de 16 a 20 años.

Y muchos se hace de TikTok, ¿no es así?

Sí, eso era inevitable. Eso sí me trauma un poco, en el sentido de que si fuera yo el artista que tuviera que sacar música, se me hace complicado entender que tengo que hacer buenos videos de TikTok para que sea mejor. Eso es lo que está reinando en la industria y me resulta un poco chocante todavía esa situación de que la música no se trasmita por sí sola.

Y con un tiempo muy limitado, además.

Exacto. Tienen que hacer una masterclass de TikTok para que su música llegue a donde tenga que llegar, eso me parece más difícil para mí. Pero es su código y lenguaje y yo me mantengo en mi área que es la música. Me concentro en hacer buenas canciones.

¿Qué discrepancias y afinidades encuentras entre México y Chile?

Yo siento que México siempre ha sido una buena plaza para músicos chilenos, fue el caso de muchos: Los Bunkers, Los Tres, Francisca Valenzuela, Mon Laferte, y eso en verdad es un fenómeno muy especial. Es único el lazo entre ambos países. No es solo que los chilenos lleguen a aquí, México ha llegado a nosotros desde “El Chavo del Ocho”. En las fiestas patrias suena la ranchera, siempre ha sido así; en México no se escucha tanta música chilena, pero sí ha abierto puertas.

¿Qué más estás haciendo lo que resta de este año y qué más viene en 2024?

Yo siempre estoy metido en muchas cosas. The Rise demanda tiempo, energía, trabajo y tiempo. Tengo la misión de traer muchos nuevos artistas con una empresa de management, pero en paralelo tengo una que está en alianza con Universal y que tiene a varios freestylers: BMF Squad, que va a hacer los primeros lanzamientos. Ya hice un disco con artistas como Eco, Capella, chilenos, peruanos, colombianos. El mundo freestyler es bastante amplio, México es capital con Aczino y otros más y estamos desarrollando otro basados a nivel local.

Mi propia carrera la he tenido en pausa, no tengo tiempo para promocionarla, pero ya es tiempo un poco de remar para otro lado. Tengo uno en otro lado llamado Ritmo Machine con Eric Bobo de Cypress Hill, estuvimos tocando una vez en el Vive Latino. El primer disco es de 2012 y el último de 2023 –que está bien fresco–, pero básicamente estoy dedicado a los chicos de The Rise.

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