MÚSICA DE HUESOS

Nadie puede acabar con la música popular.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Joseph Stalin prohibió la música occidental en la entonces U.R.S.S.

Los rusos tenían un gran interés por el jazz, el blues y el rock and roll, pero contrabandear viniles era no solo caro y difícil, sino peligroso: se corría el peligro de ir a la cárcel.

Un joven ingeniero de sonido de 19 años, Ruslan Bogoslowski, se atrevió a contrabandear, pero tenía que encontrar un medio de reproducción para hacer sus discos accesibles a la gente.

El plástico escaseaba, sin embargo un día se topó con una pila de radiografías desechadas y resultó que pudo imprimir sobre ellas. En ese momento, la ley rusa ordenaba que todos los rayos X fueran destruidos después de un año de almacenamiento porque eran inflamables, así que buscaba en los contenedores de basura y pagaba a los enfermeros por placas de rayos X.

Durante 20 años hizo alrededor de un millón de copias de «música de huesos», música de «bones ‘n’ ribs», o simplemente “ribs”, como se les llamó a sus discos.

Al final, el pobre Ruslan terminó en Siberia durante cinco años, como castigo por difundir música prohibida.

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